Barcelona, Años

Semana Santa 2019

Mi pareja y yo conocíamos la asociación Alblamoving y habíamos asistido a actividades que hacen en Barcelona, como conciertos benéficos, exposiciones fotográficas o talleres de danza. Muchas veces comentábamos la posibilidad de ir a Bobo-Dioulasso, pero no acabábamos de decidirnos por los motivos habituales: no conocíamos África, nunca habíamos hecho un voluntariado y no sabíamos cuál era la realidad del país…La idea surgió a finales de 2018, cuando nos enteramos que estaban organizando un viaje solidario para la próxima Semana Santa (Abril de 2019) y fue ese momento cuando llamamos a Alberto y Blanca para comunicarles que contaran con nosotros!

La preparación del viaje estuvo cargada de mucha ilusión en todo momento. Alberto y Blanca nos ofrecieron toda la información posible antes del viaje y nos dedicaron una excelente atención para tener todo a punto y resolver cualquier duda sobre el viaje y sobre las actividades de voluntariado que haríamos allí. De hecho, tuvimos varias
reuniones antes de partir, en las que pudimos conocer a la otra voluntaria que viajaría con nosotros y en la que pudimos hablar ampliamente sobre la preparación del viaje.

Una vez allí, desde el momento que salimos del Aeropuerto de Ouagadougou, nos recibió Babá con una cálida bienvenida y a partir de ese momento, tanto Babá como Alberto se coordinaron excelentemente para que nuestra experiencia como voluntarios fuera extraordinaria. Los primeros días conocimos la casa-escuela de la asociación. Es un lugar donde nos sentimos muy a gusto y poco a poco se va llenando de vida, gracias a las donaciones de material escolar, juegos y material para la casa y lo más importante: vimos con nuestros propios ojos cómo los niños del barrio acudían por primera vez a la escuela de la asociación, en la que les esperábamos con una gran sonrisa, dispuestos a jugar, aprender, dibujar y divertirnos hasta hacerse casi de noche. Por las mañanas íbamos a otra asociación en otra parte de la ciudad “Asociación Saramaya” donde también conectamos de forma muy especial con todos los niños. Si tengo que decir qué fue lo más importante de este viaje, claramente es la oportunidad de conocer a todos estos niños y niñas. Realmente los echo mucho de menos.

El viaje fue corto pero muy intenso y tuve la oportunidad de observar y aprender muchas de las costumbres del país, aunque sólo fueran 10 días. Por ejemplo, me encantó probar el bissap, una bebida deliciosa que elaboran con la flor de hibiscos, también pude ver el sorprendente ritual de elaboración del té que nos preparó Babá y muchas veces, a la caída de la noche, nos íbamos con los voluntarios a comentar el día en la terraza de un makis (los bares habituales en Burkina). En mi caso, mi conocimiento del francés era muy básico al iniciar el viaje, pero mi motivación por
comunicarme con los niños era tan alta que no tuve ninguna dificultad a nivel lingüístico. Es más, entre los voluntarios también aprendimos las palabras básicas en dioula, lo cual facilita mucho las cosas en la interacción con ellos y en la integración en su cultura. Un viaje muy bonito y emocionante. Seguro que volveré.